Todos tenemos por delante
un tiempo limitado,
mejor dicho,
los días contados.
En términos de lo posible,
los viejos llevamos delantera.
No quiere decir ello que,
de seguro,
llegaremos primeros a la meta,
pero es lo más probable.
Sin duda cuentan las circunstancias,
las formas de ser, el tipo de vida
y el azar.
Viene al caso la vida de John D. Rockefeller,
quien a los 50 años de su edad
era el hombre más rico del mundo;
en valores de hoy lo sería también, más que Elon Musk.
En vista de que fue aquejado por varios males de salud,
alopecia (se quedó calvo por las preocupaciones),
problemas digestivos y trastornos nerviosos,
se retiró a los 58 años y dedicó el resto de su vida
a la contemplación y la filantropía;
donó más de 500 millones de dólares de entonces.
Y fue así,
contra todo pronóstico,
que alcanzó a vivir hasta 98 años de vida.
Se ve claro que a este señor lo salvó de sus males
y de una muerte temprana,
la generosidad.
Es un ejemplo a seguir,
cambiando lo que hay que cambiar,
en este mundo de dolor
y extrema pobreza para tanta gente.
