Roderico Rodríguez, escritor costarricense

Pasajera Vida Individual

Nuestra vida personal es corta, 100 años ya es mucho.
Este límite es lo más seguro que se pueda llegar a sobrepasar.
En 1950 la esperanza de vida en Costa Rica era de 47.3 años.
Y en 2016 ya era de 80 años.
Esa frontera de la esperanza de vida irá aumentando, conforme al mejoramiento de las condiciones de vida y al avance tecnológico.
Quién sabe hasta cuánto y hasta cuándo.

Nuestra versión del Universo se inició con el Big Bang,
hace como 13.800 millones de años.
Y el espléndido milagro de la vida hace unos 4000 millones. Pero lo que es la vida humana propiamente, comenzó con el primer homínido conocido,
el Homo Habilis, hace unos 2.5 a 3 millones de años.
En el 2010 se descubrió una nueva especie de Homo, específicamente el Gautengensis, que podría ser anterior en el tiempo.
La aparición del Homo Sapiens primitivo, nuestro hermano mayor, pareciera que fue ayer,
hace como 300 mil años,
en el África Oriental.

Vivimos nuestra pasajera vida individual siempre atentos a la sobrevivencia y haciendo, construyendo y amasando bienes y cosas, con una perspectiva que sobrepasa
los limites de la vida individual, diríase más bien, que como si fuéramos durables para siempre, lo que a la vista parece una gruesa contradicción, dada la fugacidad de nuestra vida personal.
Bien que lo sabemos, pero en la vida real lo ignoramos
y nos afanamos siempre para un largo viaje, que no es otro que el viaje de la especie en que los individuos venimos a ser basas, mojones o puentes de paso generacional.

Todo esto que digo es de apabullante sentido común, pero destaca el sentido filogenético de la vida humana. Similarmente sucede
con las demás especies en el planeta, la preeminencia de la especie sobre el individuo.

Esta vida es un hervidero de aparentes contradicciones y paradojas.
En la sociedad en que vivimos el desarrollo individual de la persona es el máximo fin,
la cúspide de la realización personal.
Y sin embargo así, de manera inconsciente si se quiere,
por vía del fortalecimiento individual, contribuimos a la perpetuación de la especie,
máximo ente de la colectividad.
Mejor dicho, procurando nuestros afanes, nuestro bienestar personal, contribuimos al bienestar general y, en última instancia,
a la perduración y desarrollo de la especie humana.

Me recuerdo del pensamiento de Adam Smith en economía, que postula la procuración del interés particular, como vía hacia la consecución del bien general.

El uno es vario.
El individuo y la especie.
El género y el espécimen.