Si los chimpancés comparten con nosotros el 98% de los genes,
y solo en un 2% nos diferenciamos
entonces, es de suponer,
dice Neil de Grasse,
que si existiera en el Universo un ser con solamente un 2% de genes inteligentes más que nosotros,
nos vería tan insignificantes,
que no le interesaría siquiera
entablar relaciones,
y seguiría su camino de lejos.
Así estaríamos condenados
a vagar solitarios, eternamente, trastabillando,
a través del espacio interminable.
