Envejecido, débil y abandonado, sobre el estercolero de bueyes y mulos estaba Argos, el perro, después de 20 años de espera.
Y cuando de incógnito,
regresó Ulises vestido de pordiosero y lo vió, movió el rabo, levanto las orejas,
suspiró largamente y murió.
Ver a su amo era ya,
su única razón de estar vivo.
Y el pobre Ulises, con lágrimas en los ojos, tuvo que disimular,
y seguir con su farsa de pordiosero, para poder sorprender y castigar
a los abusivos pretendientes
con la muerte.
La Odisea nos muestra elevados ejemplos de conmovido amor,
que le sacuden los sentimientos
a uno. El suspiro de Argos lo agrego yo porque lo supongo, no está en la versión que poseo.
