Escribo para decir
lo que quiero decir.
Voy asombrado por la vida viviendo.
Y me dan ganas de decir
lo vivido.
Y en esas ganas está el busilis.
Por eso escribo.
Las palabras se dijeron oralmente primero
y después por escrito.
Y en tiempos inmemoriales,
la comunicación fue por señas y balbuceos.
La palabra escrita es una cúspide de la comunicación.
A mi, por caso,
me encanta decir por escrito
lo que quiero decir.
Y a menudo alimento y propicio ese afán de decir,
para decirlo por escrito.
Viene siendo parecido al caso del pintor y sus ganas de pintar.
O el escultor que esculpe,
el cantante que canta.
Y así con todas las formas de expresión artística.
Y de ahí que no es solamente decir lo que se quiere,
si no cómo decirlo.
Es un mundo
el mundo de las palabras.