Cada día, uno si y otro también,
al final de la jornada,
después de las ocupaciones del día,
voy hacia la cama llevando conmigo
ese antiquísimo horror
que me impide la certeza de mañana.
Y a ese horror ancestral se añade
la terrible incertidumbre
de la inspiración.
Si vendrá a mí, aunque solo sea
para escribir estas inimportantes misceláneas mías.
Todos los días me sucede.
no tengo la certeza
y no puedo evitarlo.