La vida después de la vida
es un retruécano bien enrevesado.
Y una vieja contradicción
en la que mucha gente está predispuesta a creer.
“De los dientes para afuera” como diría mi padrino.
Por si acaso, quien quita un quite.
Y digo esto porque no he visto nunca un fiel creyente,
que esté deseoso de cambiar esta vida
por esa que dicen que sigue después de la vida y que, prometido está, para ellos,
es todavía mejor que ésta
que vivimos bajo la noble luz del sol.
Qué va.
El interés que los lleva
a creer en esa increíble vida después de la vida es por si acaso, como dije.
Y más bien, si se quiere,
evidencia cuánto se aferran a esta vida,
que hasta quieren prolongarla después de la muerte.
Si fueran honestos se dirían, con socarrona e infalible sabiduría popular: “Mejor viejo conocido que nuevo por conocer”.