Me tocó trabajar desde los 15 años para sobrevivir,
en San José, una ciudad desconocida para mí,
llevando y trayendo documentos
en las oficinas judiciales,
que entonces estaban dispersas por toda la ciudad.
Fue así que pude terminar el colegio,
y después, ya empleado del Gobierno,
entrar a la universidad,
entonces solo la benemérita UCR.
En un principio la jornada era fraccionada,
de 7 am. a 11 am y de 1pm.
a 5 pm.
Y después, de las 6 pm. hasta las 10 pm. el colegio.
Vivía en Guadalupe y ni digo de las carreras diarias.
Fue muy trabajosa toda mi vida.
Claro que tenía mis ratos de expansión.
A estas alturas de mi edad
ni me pregunto
si me hubiera gustado tener
una vida distinta, para qué,
no tienen sentido.
Lo que si puedo decir
con toda verdad,
es que me costó, fue duro el camino, sufrido a veces,
pero llegué donde quería:
leer, escribir, carpintear.
Vivimos la vida que nos ha tocado vivir,
producto combinado del esfuerzo y el azar.
Y las otras, las posible que quedaron atrás,
son material para la literatura,
que es el terreno de la nostalgia
y de lo que pudo haber sido y no fue.
Y colorín colorado, este cuento
está acabado.