El poema es al poeta
que lo engendra,
como la satisfacción es
al sentimiento que se siente.
Es íntima, personal, allegada
la poesía,
una suerte de soliloquio apagado, susurro,
un sentido sentimiento ensimismado.
El poema es una cifra que emerge
de un fondo hermético
de afecto incomunicado.
Brota como el llanto de un niño,
como el sol de medio día.
Está más allá de las palabras.
Qué sentido pueden tener
las pobres,
si no es el sentido que les otorga el sentimiento.
Sin afecto no hay poesía,
por más forraje de palabras que haya.