La espera siempre tiene su intriga,
Consume tiempo, produce incertidumbre.
Pero hay esperas de esperas.
La Navidad cuando se es niño
es una expectativa,
una dulce angustia,
una voluptuosidad.
Y así muchas otras fechas
y cosas que se aguardan.
Hay esperas que cansan, esperas tediosas,
esperas odiosas,
esperas felices,
esperas de esperas.
Y de todas las esperas,
la que se hace en el consultorio del dentista,
es una de las peores esperas que incluso desespera.
La inyección en la encía, el taladro vibrando y perforando la muela,
los filosos separadores en la encía,
el chorro de agua helada que destempla los dientes.
Y si es una extracción o una endodoncia,
mejor ni se diga.
Y encima de todo eso y más, que ya es demasiado,
primero hay que hacer la antesala,
como morbosa víspera.
Y finalmente dar las gracias
y pagar la factura sin chistar.