“La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un auténtico jardinero está en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado ahí. El jardinero estará ahí para siempre. “
Eso lo dijo Ray Bradbury
y expresa lo que podemos llamar,
la comprensión moderna del alma,
entendida como un sello de autenticación personal,
que reciben las cosas de sus hacedores;
la energía, el espíritu que les da vida
y que conservan y destellan mientras duran.
La concepción del alma que pregona la iglesia de Roma viene intacta de los griegos,
y es como decir la vida después de la vida,
y está en crisis de credibilidad, en estos tiempos de la ciencia que apenas comienzan.
A mi manera de ver,
el alma implícita en la obra del hacedor,
que surge de lo que propone Ray Bradbury,
viene a ser el estoque que faltaba,
para liquidar el fantasioso concepto grecorromano de alma.
Y a la misma vez,
un torque conceptual
que le da nueva vida y sentido al alma.