Me duele profundamente
haber sido culpable muchas veces.
Me duele hasta los tuétanos.
Viví una vida apresurada,
y cometí acciones y descuidos que hoy
son incordio en mi memoria.
Y así voy por la vida
cargando mi propia cruz,
y no me sirve de consuelo
ni de nada,
toparme en el camino
a tantos afligidos como yo,
con su madero a cuestas.