No quisiera terminar el día
sin haber escrito al menos unas pocas líneas.
A eso se le puede llamar propiamente grafomanía
pero no me preocupa,
pues qué somos los Homos Sapiens modernos,
si no unos seres grafomaniacos.
Esa es la condición principal que nos caracteriza
y nos distingue de los demás seres vivientes del planeta.
Soy pues un grafómano,
lo que no quiere decir un escritor.
Un escritor es una persona
que ha hecho de escribir su oficio
y es capaz, por lo tanto,
de sentarse disciplinadamente a batallar frente a la página en blanco;
a los escritores los admiro por cierto.
Yo puedo decir que soy un poeta
y que escribo cuando alcanzo la inspiración,
y lo normal es que ande siempre propiciándola.
Esa puede ser la distinción básica
entre un poeta y un escritor.
Mi natural entropía me niega la posibilidad de ser un escritor.
Y mi natural condición de bohemio me acerca a la poesía.
Por bohemia no se debe entender, necesariamente,
el desorden del alcohol,
las drogas y la noche,
pero si la inclinación al sueño despierto
y a una vida al margen de las normas sociales.
Espero haber hecho una precisión necesaria
al mejor entendimiento de la afición a las letras.
Y aquí termino.