Después de cierto límite
la edad es un sentimiento personal.
Hay que estarse sosegando
para no desmandarse,
creyéndose un muchacho
cuando ya se está en la plena madurez.
Y como es mi caso, en la vejez.
Y es que el caudal de la juventud
es impulsivo.
Y espontáneamente desea seguir su curso como si nada.
Así es el cuerpo y el temperamento juveniles,
briosos como un potranco.
Hay que estar atento
y sosegar los impulsos,
no vaya a ser que por imprudencia,
se viva de un solo tirón
la vida que queda por vivir.
Claro que cuenta, y mucho,
la experiencia que dan los años.
Pero hay que aprenderla.
El riesgo es dilapidar la vida
por impremeditación.
Lo que diariamente sucede en este mundo.
