Viendo el amplio paisaje del mar,
el siempre mar como dice Borges,
me pongo nostálgico de mis tiempo de niño.
Y pienso que soy el producto
de la ciega carrera de los espermatozoides.
Son millones los que participan en la gesta.
Y llega uno a la meta, solo uno,
salvo cuando son gemélos, trillizos, . . . los bebés.
Nuestra voluntad,
nada que ver en la disputa.
Y una vez nacidos,
sin el cuido de los demás,
viviríamos tal vez, solamente unas pocas horas.
Y así nos criamos y llegamos a grandes.
Y después, ilusos,
creemos que el mundo es nuestro.
No sé francamente cómo
podríamos cambiar nuestra forma de ser,
creyendo falsamente,
que somos amos y señores del mundo.
Por los siglos de los siglos.
Qué hacer, qué hacer.