Ser extranjero en la propia alma, exiliado en las propias sensaciones, dice Pessoa con su fulminante lucidez.
Y es que somos quienes somos sin saber quiénes somos.
La vida prenatal, la niñez y parte de la adolescencia son arcanos para nosotros, introvertidos secretos a prueba de filtraciones. Y esa condición es insalvable, pues nos caracteriza a todos, hijos, padres, abuelos, tatarabuelos y así hasta los primeros homos que surgieron en el planeta hace millones de años.
Sigue Pessoa: “Conocerse es errar, y el oráculo que dijo “conócete” propuso un trabajo mayor que el de Hércules y un enigma más negro que el de la Esfinge.”
En esta vida hay que desentenderse de los ocultos viejos andamios, y emprender
la construcción de uno mismo como un proyecto, el proyecto de la vida, no como algo que viene dado. Solo esta vida tenemos, y la construcción de nosotros mismos debe ser el proyecto de nuestra vida.
Creer que somos y estamos hechos es la más notable ingenuidad, y un autoengaño.
La naturaleza humana es imperfecta en su base, hay que trabajar duro para mejorarla.