En esto de escribir por devoción,
no queda más que disponerse,
y asumir la voluntad de escribir.
Y eso implica comprimir
las opciones posibles de acción.
Y ahí está el busilis del asunto.
Hay que mantenerse alerta,
desplegadas las antenas literarias.
Vivimos el mundo de la vida concreta
y construimos castillos en el aire.
De veras que no es tan fácil
mantener la tensión literaria.
Hay que vivir para mantenerla despierta.
