Autor: Roderico Rodríguez

La vida y la muerte son caras de una misma moneda. Inseparables. La muerte nos parece una contradicción de la vida, pero es por vanidad. Nuestro inútil afán de perdurar. La vana y vieja creencia de que somos centro y razón del universo. Y eso, que ya anda por ahí, la teoría de que somos…

!La felicidad, la felicidad! Todos preocupados por la felicidad. La felicidad es un sol inalcanzable. Puede haber paz, tranquilidad, contento. Y eso por ratos, que no es permanente. Primeramente hay que ser honrado con uno mismo y decirse las verdades cara a cara. Y a los demás, si no se les quiere, por lo menos…

He alcanzado la cúspide del 2023. Y así voy transportado en la banda sin fin de los días, con su propia tracción. Mi voluntad no cuenta. Es una entelequia irrefrenable. Sin destino conocido. Ahí voy. Quiera o no quiera. Vivo o muerto.

“Ser o no ser, esa es la cuestión”, es el dilema Shakesperiano. Esa dimensión ontológica de la vida no me preocupa. Vivo el día a día y lo que me interesa, principalmente, es tener tiempo para leer. Y ojalá poder escribir algo. Hoy sumo el tercer día en balde. La vida cotidiana es un surtidor…

Abrazarte, besarte, tenerte a mi lado. El efluvio de tu aliento en mi cara. Tu saliva espumante en mi boca. Y tus jadeos, tu respiración agitada, tus exclamaciones de placer combativo. Esas cosas quisiera, todas en una. Qué maravilla. Qué emoción. Mi madre desconfiada me diría, entre regaño y consejo: Allá vos y las consecuencias.…

Qué simplones que somos los tan complejos Homo Sapiens modernos. Yo, por ejemplo, escribo unos cuantos inimportantes versos, y me siento como si hubiera cumplido una aventura digna de contar. Y así voy por la vida satisfecho con puras golosinas.

Me está llegando gradualmente la hora de la construcción. Y la construcción demanda eficiencia, que resumidamente consiste en conseguir más al menor costo posible, regla de oro de la economía. Su aplicación la tengo que hacer versus el ocio creativo, vestíbulo de la poesía y la literatura. La construcción me encanta. Francamente soy dichoso en…

El día bosteza llegando a su fin. Uno más que se suma a la cuenta de mis días vividos. Y se resta de la cuenta de los días por vivir. Ecuación inalterable. La tarde se oscurece gris, gradualmente. Pronto la sombra vestirá las cosas. Todos los días lo mismo. Y después de mi muerte segura.…

La vida es un hilo tan delgado, que a veces siente uno que se revienta en cualquier momento. Y cuando pasan los malos tiempos y viene la recuperación, se agradece el baño refrescante de bienestar, el fervor de la vida palpitando. Pendemos de un hilo.

Coincidimos en este mundo. Es una casualidad cósmica. Sistemas planetarios, galaxias, orbes. Y nosotros aquí, bajo la luz de las estrellas. Cálido abrazo.

Un día no muy tardado vendrá en que ya no estaré entre los vivos, sino en el mundo de los muertos, que es un mundo construido por los vivos. (“El muerto al hoyo y el vivo al boyo”). Los muertos, relevos de la vida. El mundo ritual de los vivos. Los muertos bien muertos están.

El espacio y el tiempo son dimensiones relativas. Ocupamos, cada quien, una parcela de este mundo. Unica, personalmente exclusiva, no compartible. Gracias al lenguaje podemos comunicarnos de parcela a parcela, con las dificultades del caso. En colectividad, pero cada quien en su propia celda solitario.

Nací y crecí contiguo al taller de ebanistería de mi padre, que también era apicultor. Fui arrullado por el ronroneo de las sierras, el runrún de los serruchos, el raspado de lijas y cepillos. El delicioso sabor floral ácido dulce de la miel de abejas, fue parte de mi alimento cotidiano, y lo sigue siendo.…

Amo a los perros, en particular los míos, por supuesto. Son seres inteligentes y amorosos y, sobre todo, en especial y en contraste con nosotros los humanos, son leales. Hablando de los perros un religioso fanático, rebajaba sus méritos y los ponía en un orden inferior de La Creación (?), solo porque los pobres animales,…

Hoy es lunes feriado. Es un día como los otros para mi. Vivo mi vida monótona sin alteraciones, día tras día. Pronto viene la construcción de la casa de Lucía y será como en los viejos tiempos. Esa expectativa me entusiasma. Y después vendrán las pequeñas obras complementarias, a paso lento pero entretenido. Habrá que…

Yo soy el otro. En el segundo aire de mi vida he venido a ser carpintero y estoy muy agradecido por ello; es lo que hubiera querido ser toda mi vida, que la viví confinado en aulas y en anónimas oficinas públicas. He descubierto que el trabajo concreto de la construcción me gusta tanto, que…

Es difícil comprender, y por supuesto aceptar, que el arrebato de la vida pasó, cuando ha pasado. Es tan vertiginoso el momento. Se queda uno tratando de comprender, atando cabos, viendo en retrospectiva. Asombrado. Náufrago del recuerdo.

Me da tristeza saber que estoy a un lado. Que el mundo sigue su curso y se me ha ido. Me resigno a ver. A querer. A desear. Desde la orilla.

A través de los claros del tiempo, llego a la otra orilla del día. Y se inicia una nueva travesía, la de la negra noche. En tiempos ya idos para mi venía la jornada universitaria, o la reunión de amigos, o la furtiva conquista amorosa, en fin, era el tiempo de vivir la otra cara…

La noche nítida. La otra noche como a las diez, estaba tratando de conciliar el sueño en mi cabaña de Lomalta, cuando oí un tropel de gente que venía acercándose por el camino, hablando a grandes voces. En la confusión distinguí la voz atiplada de un amigo y me pareció que discutían de algo acaloradamente.…

Menguante de Luna con pleamar. En mi recordada Lomalta, desde donde podía ver la espumosa línea blanca de las olas en el mar y, por las noches, contemplar la migración de las estrellas en el firmamento, tuve la dichosa experiencia de cultivar árboles maderables, mayormente laurel del pacifico, guachipelín amarillo, roble sabana y cedro amargo.…

Puede uno saberlo intelectivamente. Es tan obvio que no se puede obviar. Se entiende. Se comprende. Pero llega con la edad cierto momento en la vida, en que se apaciguan los sueños. Como si se hubiera llegado a la meta. Y ahora lo que sigue es permanecer. Cimbreado en el momento.

Todo transcurre. El día sigue a la noche. Y seguirá su curso como un tren en marcha. Y atravesará la noche con su traca tá. Y el brillante día volverá. Así siempre. Pero mi ánimo. Se me cae en el camino y tengo que recobrarlo. Quisiera dejarlo ahí.

Todos vivimos viviendo, cómo no, la crisis de la existencia. El resplandor iridiscente, chisporroteante, del espectáculo del mundo ante nuestro pequeño balcón. Y es cuestión de tiempo. Tarde o temprano estaremos a tiempo. Esa sustancia inagotable. Y nosotros, simples criaturas en el cauce torrencial. Luchando, sin saber por qué.

Puede haber tristezas en mi vida. Las hay. Bracear contra corriente. Forcejear. Luchar. No hay quite. Pero un persistente gen familiar, no lo dudo, ha venido en mi ayuda en los momentos adversos. Lo agradezco. A estas alturas prismáticas de mi existencia. Mi realidad museística.

Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Esto y lo otro, allá y aquí. Soy parte del paisaje, y soy también espectador. Dentro y fuera. Todo depende de cómo lo mire. Soy el demiurgo de mi propio mundo.

Soy en el tiempo y en el espacio. Mis coordenadas son alto, largo, ancho y tiempo. Un ser complejo que es y está. Parte y espectador del paisaje. Un galimatías. Estar dentro y fuera a la vez. Religiones, dioses, historias, filosofías, ciencia. No hay destino, solo el camino al andar.

Cae lentamente la tarde y mi ánimo con ella. Viene la noche y con la noche el sueño purificador. Mañana será otro día. La construcción. Mi casa. Estamos en las últimas. Por ahora. Me pasaré a vivir en ella. Y desde dentro la termino. Ese ha sido mi modus operandi. Y se confirma una vez…

A veces siento el estoque de la soledad. Una vivencia, un sentimiento huérfano, una hoquedad. Me aterra. Soledad de mi en el espacio-tiempo infinitos, metafísica. Y soledad del otro que también soy yo, de sangre y hueso, en el mundo. Vivencia desnuda. Íngrimo en el mundo como en el más allá.

La tarde amarilla va cayendo en la palma de mi mano. Los árboles, los pájaros, las plantas, el celeste cielo. Es una totalidad orgánica que se mueve y respira. Vive, siente, duerme sufre. Un marcado compás estival de todo lo existente.

Uno puede que unas veces sea así o sea asá, tal como acontece en la dura y pura realidad. Hay influencias, vivencias, creencias, herencias, que influyen. Uno es vario, uno y el otro. El que quiere ser. El que no quiere ser. Y el que es. Tenemos opiniones, criterios, formas de pensar. A la hora…

Aquí voy viviendo mi vida tal cual. Tratando de llevar la barca del tiempo por los cauces de mi grado. Aprovechando su fuga lo mejor que puedo. Apegado al renglón en la página del libro. Pero veces la dispersión chúcara me asalta. Y mi vida se va como por un delta de múltiples vertientes. Azorado,…

Va cayendo la tarde ladera abajo. El negro océano de la noche aguarda. Ahora es ya. El ápice del tiempo. El afán de mañana. Todo transcurre y se va. Me siento como un tonel vacío.