Abrazarte, besarte, tenerte a mi lado.
El efluvio de tu aliento en mi cara.
Tu saliva espumante en mi boca.
Y tus jadeos, tu respiración agitada,
tus exclamaciones de placer combativo.
Esas cosas quisiera,
todas en una.
Qué maravilla.
Qué emoción.
Mi madre desconfiada me diría, entre regaño y consejo:
Allá vos y las consecuencias.
Allá vos y las consecuencias.