Recuerdo que mi madre,
cerca de sus 85 años,
me dijo una vez:
“Rodri, yo ya quiero morirme.“
Y mi tío Lalo cuando cumplió 92:
“Mano, ya quiero descansar.“
Yo quisiera poder imitar el proceder
sumiso de ambos.
Y de veras,
no me siento preparado aún.
En esas estoy,
espero y deseo alcanzar pronto esa resignación.
