Yo recuerdo cuando nos criábamos que Memo, el hermano de Colillo que era un ídolo para mí,
me golpeaba y me humillaba.
Lo recuerdo.
Una vez, en la arrocera de Milton,
me hizo llorar.
Y viendo mi Tata que mi hermano y yo
éramos un par de pendejos,
nos dio por regalo esa navidad,
un juego completo de guantes de cuero amarillo.
Y en el patio de la casa por las tardes,
se armaba la jornada boxística.
Ya éramos colegiales.
En una ocasión,
fue en un patio de la vecindad,
bajo un hermoso árbol de toronja,
Memo me retó a que nos pusiéramos
los guantes.
De veras que no me tocó ni una vez,
y le dí una golpiza tal,
que se arrinconó contra el tronco del toronja
humillado, lloroso, hecho un ovillo.
Hubo que quitarle los guantes,
y consolarlo como a un niño.