Va cayendo la tarde poco a poco
hacia el negro océano de la noche.
Todos los días sucede
y siento en mi ánimo como un vuelco.
No consigo acostumbrarme.
Es siempre como si fuera la primera vez.
Me invade un desconsuelo, como un vahído.
Es, sin duda, la reminiscencia del miedo a la noche,
que tenía el Homo Sapiens primitivo.