No hay que afanarse tanto
en la vida.
Caprichos, creencias,
principios que son heredades inconscientes, veleidades.
Con excepciones cualificadas
casi todo es relativo,
lo social, lo aprendido.
Hay que fluir lúbrico entre las ideas fijas y costumbres,
que son piedras en el camino.
Evitar las anteojeras que reducen
la visibilidad,
digo iglesias, partidos políticos, dogmas, etc.
Está bien ser uno tal como es,
pero aceptar que los demás también lo sean, a su manera.
Evitar el fanatismo
que quiere imponerse a los otros.
Cada quien a su gusto y medida.
La clave es vivir y dejar vivir,
lo que implica el mutuo respeto.
Al cabo hay que morir,
la vida dura muy poco,
y el mejor provecho se consigue
en libertad,
siendo cada cual quien es.
Conviene señalar que está el suicidio como alternativa,
si es mucha la molestia;
no lo propicio, pero puede ser el mejor camino a seguir
para algunos cuantos pobres infelices.
