Salvo por el sueño reparador de la noche,
mi vida es una vigilia permanente,
sobre la oportunidad y el quehacer.
Vivo en la continuidad prisionera del momento.
Y me concierne la responsabilidad inalienable,
de darle sentido a mi vida.
Los nobles animales en cambio, viven libres a sus anchas
en el espacio tiempo,
cual si fuera el patio trasero de su casa.