Recuerdo cuando nos fuimos de Esparta para SanJosé,
como gran cosa.
No más haber llegado,
mi hermano y yo,
estábamos deseando
no habernos ido.
Dispuestos a volver con todo a la espalda si era preciso,
con tal de poder regresarnos.
Y seguir nuestra vida truncada
cuando apenas tenía yo los 16.
No fue así.
Fue como fue.
Para estar diciéndolo ahora.