Nuestro cuerpo,
que incluye el cerebro con su
función abstracta de pensar,
es el compendio de lo que somos
y hemos sido.
En él se registra completa nuestra vida.
Y cuando han pasado los años,
el cuerpo se envejece
y se van atrofiando sus funciones.
Pero el cerebro sigue funcionando
con toda la pata y hasta mejor,
porque la experiencia es un plus determinante.
La muerte por vejez es una lástima,
por el desaprovechamiento que supone del cerebro,
cuando este órgano está con toda la pata,
y hasta mejor si se quiere.
La esperanza de vida ha ido ganando terreno;
ha mediados del siglo pasado era menos de 50 años
y ahora va por 80.
Un día vendrá sin duda
en que se podrá vivir muchos años más.
Lástima que ya, de sobra,
estaré muerto.
