Me ocurre frecuentemente
que voy manejando,
y de pronto no sé dónde estoy.
Sigo adelante y veo con cuidado,
pero sigo sin saber dónde estoy.
Y sigo confiado de que es
uno más de esos olvidos que me suceden
y que al rato me ubico.
Ha habido ocasiones
en que he tenido que recurrir a Waze,
para saber por dónde voy.
Son barriadas numerosas
y algunas nuevas para mi,
crecen y crecen.
Y recuerdo una vez en que no había conexión con Waze,
tipo 5:30 de la tarde,
oscurecía con celeridad.
Atravesando hacia Vargas Araya las atestadas calles aledañas a la circunvalación, cuando La 27 había colapsado.
Llegué a la casa casi muerto.