Recuerdo estos tiempos decembrinos cuando
por razones de trabajo,
o por casualidad,
o por las dos cosas,
coincidíamos José Luis y yo.
Éramos buenos en lo que hacíamos y nos iba bien.
Y también éramos buenos para la fiesta guarera.
Con frecuencia nos íbamos de tragos, largas jornadas.
Y el tiempo pasó como pasa el tiempo,
no se explica uno semejante celeridad, ni lo ve pasar,
cuando se percata ya pasó.
Como el agua entre las manos, se nos escapa el tiempo,
la cuarta dimensión de la naturaleza.
Y queda la sensación de un vacío.