Una persona octogenaria como yo
sabe íntimamente,
sin palabras de por medio,
que está viviendo tiempo extra.
Y es preferible, con humilde alegría,
no andar importunando a la suerte
y seguir adelante agradecido,
viendo cada cosa en la vida
y viviendo el instante.
Igual que saborear una deliciosa naranja,
gajo por gajo.