Escribo y escribo como un obsedido,
y así he ido acumulando
más de mil poemas y artículos de variados temas.
Y ahora que pienso publicar,
me encuentro con el problema
de la organización de lo escrito,
para poder seleccionar y corregir.
Y resulta que el asunto se me ha complicado,
porque todo el material,
ignaro como soy en materia computacional,
lo he escrito en «notas»,
una aplicación no indicada,
por las dificultades que surgen cuando de editar se trata.
Además, tengo fotocopias de diversas partes del material,
y en estos momentos digo con alarma,
que estoy incierto entre papeles
y el material que sigue en mi teléfono.
No preciso el orden y he perdido el control de lo corregido y por corregir.
Estoy al borde de la desesperación.
Y es entonces cuando viene a mi
el recuerdo de mis tortuosos años de tecno burócrata,
que me dejaron una suerte de alergia insuperable a los papeles
y los escritorios,
tal como lo confirmo ahora.