Roderico Rodríguez, escritor costarricense

Miel ambarina y translúcida

Hay cosas en mi vida
que debí haber hecho distinto.
O que no debí haber hecho del todo.
Se me han ido olvidando
y desfigurando en el recuerdo,
pero queda el sedimento de lo vivido.
Buena parte del camino fue duro
y azaroso para mí.
Me llevé más de un golpe,
me quedan los chichones.
Hubo momentos en que flaquee
y estuve a punto de abandonar
la U.
Pero siempre hubo una fuerza motriz que estimulaba.
Similarmente creo que le sucedió a mi hermano Walter,
que iba más adelante que yo,
cuando murió mi padre.
Y llegar a graduarnos en la U,
era la forma de “ no seguir el duro camino de su padre “,
que no pudo ir más allá de la escuela por la pobreza familiar.
Pero que a puro trabajo,
había llegado a tener un taller muy completo de ebanistería,
y varios colmenares en los alrededores campesinos del pueblo,
que daban deliciosa miel ambarina y translúcida.
Y tenía un poderoso viejo jeep Willis,
que a mi hermano y a mí
nos encantaba manejar,
en aquellos accidentados caminos vecinales.
Vivo siempre agradecido con mi padre y con mi madre.
Me hubiera gustado ser ebanista
y apicultor.
Y poeta por supuesto.