Llegado el momento,
lo que realmente importa es cómo te sientas de ánimo.
Para seguir en la cama pereceando
o ponerte a leer cuando despiertas.
O para levantarte y desayunar
y emprender las tareas del día.
Lo que importa es cómo te sientas
para seguir viviendo cada día.
Todo depende de ese tenue cristal,
el espíritu que alienta la vida,
o la entristece…