Es el momento en que declina
la luz del día
hacia la noche.
Las cigarras encienden su potente
canto electrico.
El día ha transcurrido como más me gusta; leyendo y escribiendo.
Mañana es Viernes Santo
y la Iglesia de Roma tiene su celebración cúspide: la Crucifixión de Jesús.
Recuerdo borrosamente mi participación cuando niño en esas celebraciones.
Una vez desfilé como el apóstol San Juan y me dieron seis reales de aquel tiempo,
que eran setenta y cinco céntimos…
Me sentía levitando después de recibir la comunión.
