Leyendo “Sobre el alma” de Aristóteles caigo en cuenta de que es una pérdida de tiempo.
Al menos sirve para entender que sus ideas son las que prevalecen hoy día acerca del alma. Una entidad que junto con el cuerpo integra al individuo. Y más aún, para el asombro, que es eterna y sigue viviendo después de que su portador ha muerto.
Esta es la idea prevaleciente hoy, la consigna de la Iglesia de Roma que, de ese modo engatusa a sus adeptos. Que el alma sigue viviendo en el cielo, cosa que ahora es inaceptable cuando sabemos que el cielo es un ámbito surcado por meteoritos, y el espacio abierto, un lugar pleno de galaxias multitudinarias de estrellas en ebullición. Y ese es el uniuverso conocido, que es hasta donde alcanzan a ver nuestros instrumentos de observación espacial, particularmente el telescopio James Webb que es el más moderno y poderoso.
Del universo desconocido no tenemos siquiera noticia. Quién sabe si un día se llegará a saber algo. Lo más probable es que no, pues el universo se expande a una velocidad que se acelera cada vez más, y cuya magnitud es incomprensible para el común de los humanos. Y así, conforme se expande el universo se alejan las estrellas entre sí. El supuesto teórico es que, una vez que se alcance la distancia en que la fuerza de gravedad no dé ya para mantener la cohesión del universo, vendrá la desintegración. Hasta ahí, más no se sabe.
Retomando el tema del alma humana, me parece que ese concepto puede ser aplicable válidamente, al conocimiento y la experiencia que se va sedimentando genéticamente en la especie, conforme transcurre la vida. Y es comprensible entonces que los 300 mil años de vida, más o menos, que tiene el Homo Sapiens en el mundo, hayan ido dejando como legado, de generación en generación, una experiencia común, un sentimiento colectivo superestructural impreso en los genes, que bien podríamos llamar alma.
Y si a esto agregamos que anteriormente existieron también otras especies de homos, dos de ellas, el Neanderthal y el Florecensis, que convivieron incluso un tiempo con el Homo Sapiens antes de desaparecer extintas, tenemos que considerar entonces que la herencia, el legado generacional que podríamos llamar alma, viene entonces desde hace 3 millones de años, cuando aparecieron los primeros homos sobre el planeta tierra.
Siendo las cosas como se ha dicho entonces, repito, podríamos llamar “ alma “ al legado espiritual de la humanidad que hoy día está compendiado en nuestros genes, los Homo Sapiens. Es absolutamente incomprensible y disparatado pensar que cada ser humano que existe y ha existido, tiene un alma con vida independiente que anda por ahí, quién sabe dónde, peregrinando sus penas.
Esa es una idea que viene desde una añeja antigüedad, cuando el mundo era mágico e incomprensible para sus habitantes. La gente común debe abrir su intelecto a la ciencia y dejar de creer en fantasmas. Es para bien de la humanidad. No es razonable que sigamos pensando como hace más de dos mil años atrás.