1. El pueblo avanza como un espectro errante,
y en cada paso le asoma un péndulo,
como un pesado fardo.
Sus pasos retumban en la piedra muerta,
donde los siglos murmuran un destierro seco y agrio.
Un camino como si en cada paso se juegan la vida,
como retando una orden, como desafiando la muerte.
2. Y el pan descansa en la mesa renca (como un cadáver tibio),
con un aroma de hambres antiguas,
y le pega la luz temblorosa de una tímida vela, que se deshace
en humo blanquecino de los huesos calcinados
de guerras milenarias.
Las gentes suplican por un día sin sed,
y poder con sus manos alimentar la esperanza.
3. Los niños ya casi no ríen,
pues su risa es tan solo el soplo de lo que quedó
al derrumbar una casa, un hogar o lo que fue una famila.
Siglo XX se fue y ya no queda mas risas que en las urnas de cristal.
Mientras…
sigue el reloj del despojo de todo,
va cayendo como pétalos secos de cuanto un día fue flor de vida,
de algarabía en el umbral de la ternura,
de la palabra barrio, escuela, o alameda.
Dicen que aún cuelgan risas delicadas, al filo del abismo,
balanceándose entre la tortura y el olvido,
entre lo sofocante, y humillante.
4. Ellas, las gentes de Gaza, de Siria o de los pozos de Nigeria,
o en la desbastada Libia o en la minas de Coltán,
donde hunden las manos y la tierra da un gemido sepulcral…
Pero la tierra también susurra,
mientras caen unos y otros,
nadie dice nada y nadie hace nada….
La tierra susurra los nombres,
y canta con voz de polvo los nombres borrados por la historia,
los sembradores que temen, el silencio y el olvido.
5. La noche no llega y acecha, y se arrastra como animal herido,
que dará de nuevo un tirón para devorar sueños,
de cuanto pueda llevarse y ahogar, entre las grietas frías,
y aplastarlo todo bajo una ola negra de asfalto,
anularlo todo en la angustia y el sinsentido,
de olor a billetes, a petróleo y saqueo.
6. Y el pueblo sigue sin, saber si alguna vez en esta o en otra vida podrá olvidar
esta triste marcha, como penitentes de la historia,
que nos obligue a un despertar,
a soñar y añorar un mundo mejor.
El pueblo es testigo de esperanzas ahogadas, mutiladas en el silencio;
pero la tierra hablará con voz de trueno y redención,
su canto será una llama en el pecho.
Vamos, pues, a recuperar nuestra tierra ancestral,
pues sin ella será derrota y no habrá esperanza…
No seamos como cronista ciego,
narrar sólo ruinas a un oído sordo y mutilado.
Por encima de la sangre y del polvo aparecerán nuevas manos
y nuevos pies a redimir el sentido mismo de la vida.
No es perdón lo que alguna vez tocarán por una marcha forzada,
novela sin tregua
de una vida oprimida y robada, entre ruinas y dolor,
hasta lo más profundo de la furia.
7. Al final, el canto resiste,
aún tenemos memoria, fuerza y dignidad.
El canto resiste y la alegría renacerá entre los pueblos
y el baile y el canto serán por siempre nuestro modo de expresar,
¡VIVA PALESTINA LIBRE!
autor:
Claudio Antonio Ordóñez Chacón