Roderico Rodríguez, escritor costarricense

Las ganas de seguir viviendo

Agoniza el día.
Se ven los últimos manchones
plomizos del cielo entre los árboles.
Yo he cumplido mi jornada
leyendo, escribiendo y haciendo algunas tareas domésticas.
Desde mi acomodo en la hamaca,
me remonto a los tiempos de muchacho quinceañero en Esparta,
ahora mal llamado Esparza.
Y recuerdo los días y las noches,
y las indecibles ganas
con que vivía mi vida pueblerina.
La plaza, el parque, mis primeros años de colegio,
las noviecitas de mentirillas.
El cantón tenia apenas una población de 3000 habitantes.
La felicidad era un torrente
que brotaba de mi.
Y todo eso se truncó de repente.
Nunca más en mi vida
volví a vivir con la emoción de entonces.
Y ahora pues, vivo por inercia.
Y es en la literatura,
más que en la vida real,
donde abrevo las ganas
de seguir viviendo.