Tengo que esperar a que pase la mala racha.
Siempre es así.
Y aunque no lo acepte y batalle
tratando de superar el bache,
las cosas esencialmente no cambian,
salvo algún que otro escrito de tanteo,
sin mayor importancia para mí
y menos para los demás.
Pero no debo dejar de intentarlo,
porque si no lo hago,
si no estoy intentándolo,
me enfrío
y viene la sequía del alejamiento.
Y reenganchar cuesta.
Tal vez por este problema común al poeta,
es que a menudo,
los libros de poesía suelen ser dispares,
en contenido y calidad.