Huérfanos en el espacio.
Siempre hemos vuelto nuestra mirada hacia arriba para implorar o para agradecer. Nosotros los Homo Sapiens modernos y nuestros antepasados, y seguramente también los Neanderthales, los Florecensis, los Denisovanos y tantos otros homos que nos antecedieron, algunos que incluso compartieron con nosotros el globo de la tierra y el agua, y que finalmente sucumbieron y desaparecieron de la faz del planeta. Hemos tenido siempre a quien recurrir, a quien implorar, invocando el supuesto poder de fuerzas celestiales. En busca de socorro, en busca de perdón, de la prometida felicidad. Hoy día sabemos que no hay tal, ni un cielo ni santos que lo habiten. Más aún, que no hay arriba ni hay abajo en el espacio de las estrellas. Que no hay un centro en ningún lado, o que todos y cualquier punto en el espacio es ese centro. Que por ahora estamos solos en el universo. Que no hay nadie para consolarnos.
Huérfanos, abandonados en el espacio de las galaxias. Quién podrá ayudarnos.