A los 80
si todavía está uno en el mundo,
está padeciendo algún achaque.
Y es que hasta los golpes
que se llevó uno chiquillo en la plaza,
jugando bola,
el fútbol vino después,
repercuten y salen a relucir.
La vejez tiene sus ventajas,
dicen,
pero básicamente se contraen
a un más detenido deleite
de tantas cosas buenas que se viven,
debido a la conciencia que se aguza
y que continuamente nos dice
que hay que aprovechar
porque se acerca el final.
