Recuerdo varias,
pero deben haber sido muchas,
las ocasiones en que puse en juego
mi vida,
sin percatarme conscientemente de ello.
Por ignorancia o por imprudencia,
para el caso da lo mismo.
Y aquí estoy contando el cuento,
salvo por milésimas de oportunidad,
mientras otros,
en situaciones similares,
quedaron finados en el camino.
Damos sentido a la vida con nuestros actos,
pero es tanto lo que hay demás
en el mundo,
que está al margen de nuestro alcance,
y que incide en el curso de nuestra existencia.
He alcanzado esta cumbre vertiginosa de los 80 años,
en alguna medida gracias a mis propios actos
y en una mayor aún,
pero invaluable,
gracias al azar y la necesidad
que dictan los astros en el cielo.
Yo lo siento y lo digo así,
hay quienes dicen que gracias a Dios.
La diferencia es de términos
y la comprensión subyacente,
pero el resultado es el mismo.
