La poesía siempre está ahí.
Es un fresco manantial abundante que demanda disposición y candor.
El poeta es el iluminado que accede a esa fuente colorida y sonora.
Tiene que despojarse de rencores y bajos sentimientos comerciales.
Transparencia, limpidez, ingenuidad.
Elevación de nuestra pobre condición.
Es un firmamento acústico y visual de momentáneas correspondencias.
Una fuga continua.
Hay que ser puro en el ejercicio de su arte,
aunque después, indigno, caiga uno nuevamente en la prosaica vida cotidiana.