Siento que el día se me va
como el río entre las piedras. Se escurre sin parar y se va sin novedad.
Sin nada que que me inspire y me acerque al verso, por mínimo que sea.
Entre misceláneos menesteres atravieso el día.
Y por fin no me queda tan siquiera una línea para entretenerme en sus retoques.
Como ocurre al operario, al escultor, al pintor con su obra.
Es una calamidad, un vacío que no se llena con nada. Necesito escribir para vivir.