A veces
no me queda más que reírme,
cuando me tienta la fiesta
de la noche
y me acuerdo,
que no me queda más camino
que tomar conciencia
de las limitaciones de mi edad.

Es una vaina,
porque unos traguitos sabáticos
no le caen mal a nadie.

Pura ironía,
ni caso que le hago.