Hay días en que me siento poéticamente estéril,
y me asusta pensar que ese vacío
se pueda prolongar,
y termine apoderándose de mi.
Que se me seque por completo el caletre.
Este es un asunto dramático y legendario
sobre la tambaleante vida del poeta,
que inevitablemente remite,
al número de la cuerda floja en los circos.
Estos achaques me aquejan
como poeta aficionado que soy.
Por dicha el piso que me sostiene
cuando caigo
es la lectura.
