Por la boca muere el pez
es una expresión de lineal exactitud.
El pez ve la carnada otando
y va ingenuo por ella,
impelido por el hambre,
sin imaginar el pobre,
que dentro está oculto el anzuelo insidioso.
Donde surge el refrán es en el uso extensivo,
para representar el caso de la avidez en el bicho humano.
He visto quienes,
ante la oportunidad del negocio fácil,
se van de bruces y pierden hacha, calabazo y miel,
obnubilados por su avidez.
Una variante de esta tipología de
avaricia,
se da en el caso de quienes viven una vida miserable por no gastar,
pudiendo hacerlo.
Y hay sin duda muchas otras
aplicaciones de este proverbio.
Pero es justo señalar,
que si bien es un refrán ingenioso
y de gran alcance moral,
donde menos aplica, como refrán,
es en el caso del pobre pez,
que encima de caer en la trampa por hambre,
es usado como ejemplo de avidez,
que nada tiene que ver con él.
