Cuando uno se percata
ya pasó el tan esperado fin de semana.
Y vienen trotando los atribulados días de la semana.
El tiempo transcurre sin interrupción y se va en un santiamén.
Es como un tren expreso
que va de punto a punto,
sin paradas intermedias.
Todo lo que sucede ocurre en el trayecto.
Si no está uno muy ensimismado
puede apreciar el paisaje,
como en cinematógrafo.
Si se descuida puede quedar tirado en el camino.
El tren de la vida no tiene contemplaciones.