Como en un boscaje de ideas, imágenes y sonidos,
vivo atento a la inspiración,
por mínima que sea,
que me dé pie para el verso inicial,
miel sobre hojuelas,
pues de lo demás me encargo yo.
Me encanta el trabajo de las palabras
y me puedo pasar el tiempo
inadvertido en ello,
como carpintero aficionado.
Hay que tener paciencia y buena voluntad,
para finalmente obtener, tal vez,
una o dos presas de recompensa,
que me deparen la satisfacción
de logro conseguido.
Y sin duda, cuando es así,
mi sueño por la noche
es más profundo y reparador,
como cuando niño chiroteaba todo el día
y dormía de sol a sol.