Cuando me siento tan apagado
viene a veces en mi auxilio
un humilde verso, una frase,
una palabra con su propia fuerza motriz.
Y me pongo alerta,
dispuesto a seguir el impulso
y elaborar lo que sigue.
Las palabras no vienen de la nada,
uno mismo es el caldo de cultivo.
Todo lo vivido y lo heredado
en una larga cadena irrompible.