Un nuevo día me regala la vida
con sus jugosos gajos de tiempo,
redondo, entero de luz.
Desde mi balcón,
las enormes cabelleras verdes
de los árboles entre la niebla,
semejan nobles gigantes.
El cielo, aparchonado de nubes
que tarde o tremprano
se licúan y se dejan caer
en gruesos chorros de agua.
Hoy inicié temprano la jornada.
Quiero saborear el día de principio a fin,
atento y agradecido.
