Roderico Rodríguez, escritor costarricense

Algo íntimo y personal

Ahora que estoy a punto de cumplir los 80
veo claro que la muerte me aguarda,
y más propiamente que viene en camino.
Es una Epifanía,
y naturalmente corresponde
a mi realidad.
Lo más lógico es que un viejo como yo esté cerca de su hora final,
y es mejor estar consciente de ello.
Pero lo que sí me resulta sorprendente
es que durante toda mi vida anterior
no pensara en la muerte como algo personal,
sino como el último suspiro de los demás en esta vida.
Yo he sabido desde niño que un día habría de morir,
pero tal saber era una noticia muy imprecisa,
de lo que me ocurriría un día también impreciso
del lejano e impreciso futuro.
Y por tanto, no pensaba, ni me acordaba de la parca que venía en camino.
Porque se puede decir que desde que uno viene al mundo, se inicia la cuenta regresiva.
Y así, por más segura que sea la muerte,
no me contaba entre los elegidos que iban en la fila,
sino que me veía como un espectador entretenido.
Pero bien, más bien mal,
eso pasó y ahora si que estoy entre los primeros de la fila.
Es decir, que me llegó la hora de ver la muerte frente a frente,
como algo íntimo y personal.
Y no como el hecho de que los demás se mueran,
que es como la he visto todos esos años pasados.
Ahora que estoy en la fase final del camino,
no me queda más opción
que verla venir y conversar con ella.
Hasta puede ser que ya esté por aquí,
cómodamente sentada en algún sillón.
Pero yo mejor me hago el desentendido,
y asumo que la cosa no es conmigo.
Veremos.